A lo largo de la Historia de la SalvaciĂłn, vemos, como Dios ha tratado de llevar al hombre por su camino. Enviando siempre profetas que hablaban al pueblo en su nombre, pero el pueblo no obedecĂa los llamados de Dios y preferĂan seguir el camino equivocado. Como buen Padre, Dios, respetĂł la decisiĂłn de sus hijos, a quienes les habĂa dado el libre albedrio para elegir, aunque fuese equivocadamente. Pero era inevitable que tarde o temprano llegaran las consecuencias funestas de esas decisiones. Vemos entonces como el pueblo fue llevado cautivo primero por los Asirios y luego por los Babilonios, perdiendo todo lo que tenĂan hasta su templo. Claramente se ve que la desobediencia del hombre ha estado presente en todas las etapas de la historia. Dios no quiere castigar al hombre, sino salvarlo, amarlo, pero dentro de la justicia, no para el mal. El no corre a evitarnos los desastres porque respeta nuestra libertad.
El Señor nos pide que cumplamos el Mandamiento del Amor, colocándolo a El primero (hacer su Voluntad) y, en segundo lugar, amar al prójimo como a mi mismo (su Salvación). Si nos estamos equivocando continuamente y nos dejamos dominar por el miedo y no obedecemos confiando en El, ya Dios Padre no puede hacer nada.
En estos tiempos estamos saturados de escuchar profecĂas. Muchas de ellas infunden temores y angustias y no pasan de ser meras conjeturas, hablando de la proximidad del final, al ver tantos desĂłrdenes en la naturaleza y en el mundo
Jesucristo en su Palabra, nos hablo en un discurso escatolĂłgico de los signos que sucederĂan al final de los tiempos (Mateo 24,38; 24,45-48; Lc 21,14-15; Lc 21,19; Mc 13,22.) Hablo de la destrucciĂłn del templo y de una Ă©poca de calamidad y nos invitĂł a la conversiĂłn permanente para alcanzar la salvaciĂłn. En Mateo 24,13 nos dice “pero el que persevere hasta el fin, ese se salvará”. En atenciĂłn a los elegidos se abreviarĂan aquellos dĂas de tiniebla. “Mirad pues que os lo he predicho”
En el Libro del Apocalipsis (CapĂtulos 7, 8 y 9), se nos habla de los jinetes, de los sellos, de los ángeles con trompetas que vienen a destruir la tierra. Lo podemos interpretar como el imperio del mal que invade nuestra historia, pero este mal no viene de Dios sino de lo opuesto a Él. La comunidad cristiana debe saber que este tiempo de calamidad y persecuciĂłn, tendrá una duraciĂłn limitada. Es la realidad del mal que padecen dĂa a dĂa millones de seres humanos victimas de toda clase de violencia, hambre, asesinatos, todas las acciones que llevan al planeta a su destrucciĂłn y el peor mal, es el rechazo de los hombres hacia Dios. Urge volver a Dios (conversiĂłn de vida). En el capĂtulo 13 nos habla de la bestia y de la marca o señal que impondrá a sus seguidores. Se trata del rĂ©gimen reinante que intenta imponer su poder. En el capitulo 14 y 19, nos habla de la lucha entre el bien y el mal hasta alcanzar el triunfo definitivo del bien.
Todo lo que dice la palabra es cierto y se está cumpliendo. Pero el tiempo final no lo sabe sino solo Dios Padre. (mateo 24,36-51).
Las ProfecĂas son un regalo porque a travĂ©s de ellas el Padre Dios nos advierte de los que nos puede pasar, son advertencias amorosas para evitarnos un mal mayor. Deben generar en nosotros esperanza y agradecimiento por advertirnos a sus hijos el mejor camino. Surgen despuĂ©s del mensaje de JesĂşs y del Apocalipsis, ya que la humanidad no se ha convertido y sigue en desobediencia con Dios. En su infinito amor, nos envĂa a su Madre que nos trasmita el mensaje.
En muchas ocasiones, la SantĂsima Virgen MarĂa nos ha hablado. La Iglesia Universal aprueba oficialmente las ProfecĂas de las Apariciones en La Salette (1846), y Fátima (1917) y otras profecĂas aprobadas por la iglesia local, de la que han hecho menciĂłn los Papas como son la de Nuestra Señora del Buen Suceso en el Ecuador y Nuestra Señora de Akita en el JapĂłn. Pero existen muchas otras apariciones que se encuentran en estudio para su aprobaciĂłn eclesiástica.
El común denominador de todas ellas es un llamado a la conversión. Nuestra Señora nos invita a orar mucho y hacer sacrificios por los pecadores. Son muchas las almas que van al infierno porque no hay quien ruegue por ellas. Nos invita a rezar el Santo Rosario, sobre todo por la conversión del mundo y especialmente de Rusia para que el comunismo no se propague.
De estas ProfecĂas, una parte ya se han cumplido y otras están por cumplir. La Virgen MarĂa profetiza sobre las guerras mundiales y pandemias que ya han ocurrido. TambiĂ©n nos anuncia tres dĂas de oscuridad para el mundo y anuncia la segunda venida de nuestro Señor JesĂşs en Gloria.
Es una invitación a permanecer despiertos, atentos y firmes en nuestra fe, con la confianza puesta solo en Dios y en su infinita misericordia. Vamos en la misma barca (Iglesia) y aunque la tormenta amenace con hundirla, sabemos que Jesús Resucitado va con nosotros, camina sobre el agua y domina la naturaleza (fuerzas del mal) y nos lleva a un puerto seguro (vida eterna). Si tal es la Promesa, no debemos tener miedo sino llenarnos de esperanza, aun cuando a nuestro alrededor ruja la tormenta. Para ello el Señor nos requiere disponibles con un corazón convertido.
Por MarĂa, ¡quĂ©date en nosotros JesĂşs!

Misionera Urbana de Jesucristo Comprometida. Responsable de “Contenidos De InterĂ©s”.
“BacteriĂłloga” y “Laboratorista ClĂnica”.
Diplomado universitario En “Discernimiento en la Toma de Decisiones”.
Diplomado universitario en Discernimiento Espiritual.